¿Qué es la utopía? “abrir el campo de lo posible más allá de
lo real, al ser el nowhere desde el que cuestionar el orden vigente” . Dadas las críticas y
las consideraciones que respecto a la “utopía” se han ido elaborando hasta nuestros
días, sabemos que toda integración a una determinada sociedad implica necesariamente
la subversión social, por lo que la relación entre la utopía y la ideología se da
necesariamente en un punto central; la autoridad. Las dos se encuentran, en la mayoría
de sus reflexiones, frente a la autoridad pero su modo de proceder respecto a ella no es
el mismo, ya que, por un lado, la ideología pretenderá legitimarlo y la utopía propondrá
alternativas. Por otro lado, destacamos la actitud de evasión que frente a esta autoridad
mantiene la utopía, es decir, frente a la lógica del todo o nada imperante en la ideología,
la utopía mantendrá una respuesta de evasión, con la que se plasmará su crítica. Como
también analizaremos al final de dicho trabajo, en todo momento se pretenderá que esta
crítica no sea caricaturizada, principal enemigo de la misma. Si esto aconteciese sus
voces volverán a ser silenciadas, sus rostros borrados y su mundo ignorado. (Gómez, Carlos. “La Utopía entre la ética y la política: reconsideración”). Hoy nuestros locos, necios, desacoplados necesitan respirar de dicho
mundo utópico, es decir, necesitamos vernos reflejados en este mundo gracias al cual
nos vemos en un no-lugar, nos volvemos ausentes y nos descubrimos y aunque nos
parezca raro o no lógico, es gracias a este mundo mediante el cual seguimos siendo
parte del mundo real, ya que es nuestro mundo utópico el que nos enseña hacia donde
debemos andar.
En esta parte inicial de la introducción quisiera presentarles mi trabajo
de investigación. El propósito del mismo viene delimitado por tres puntos u objetivos.
Los cuales fueron surgiendo a medida que se desarrollaba la investigación abordada en
el mismo. El primero de ellos es la preocupación que me produce nuestra sociedad,
cada vez más confusa, parada y sin sentido. La cual se manifiesta ante mí como un
cúmulo de problemas y de cuestiones a resolver. El segundo objetivo es precisamente el
pensamiento de Foucault respecto a dicha sociedad, generador de unas herramientas a
partir de las cuales poder entender y analizar dichos problemas sociales. Tuve mi primer
encuentro con él en tercero de carrera y he de confesar que fue tal el caos que me
provocó, que el renacer o transformarme supuso para mí la única salida posible a la
problematicidad o cuestionamiento que en mí causó. Renací, pero no cesó el respeto y
vértigo que sus obras me provocaron en ese primer momento. Vértigo que sigo teniendo
cada vez que leo una de sus obras. En tercer lugar, la situación social, económica y
política en la que me encuentro, como muchos otros. Es en este desconcierto general y
social que padecemos donde La Historia de la Locura se nos muestra como la salida
más razonable.
Estos tres vértices serán los que, sin pretenderlo inicialmente, han
marcado y configurado el trabajo que hoy les presento. Es decir, el pretender establecer
una reflexión de nuestro acontecer a partir de las herramientas que la obra de Foucault
nos aporta, otorgándonos, de un modo individual y/o colectivo, dependiendo de las
pretensiones que se depositen en este trabajo, una auto-comprensión de nuestra sociedad
y de nosotros mismos. (...)
Quisiera citar unas palabras del poeta Fernando Pessoa que describen
lo que les estoy pretendiendo explicar:
“Bien sé que estoy enloqueciendo, Bien sé que
falla en mí lo que soy, Más, mientras no me voy rindiendo, Quiero saber por dónde
voy”35
. Sólo bajo tales condiciones de posibilidad trascendental, de poder ser otro, -
recordemos la experiencia fundamental de Foucault relacionada con la experiencia del
sueño-, entiendo el acto de escribir, es decir, como un acto a partir del cual se introduce
en la realidad un instrumento de combate, una táctica o incluso un medio de negación
del orden establecido e impuesto.
De ahí se sigue la necesidad de mostrar a la sociedad las ventajas que
supone pensar la locura. Como señala David Macey, “para Foucault los filósofos son
aquellas personas que están lo suficientemente locos como para estudiar la razón”
”36;
por lo tanto, ¿por qué no ser razonable y estudiar la locura? Que seamos conscientes de
nuestros límites, no debe paralizarnos, sino que debe hacer nacer en nosotros la
necesidad de transgredirlos, al menos la posibilidad para ello. Entendiendo el acto de
estudiar la locura como una autoafirmación del ser ilimitado. (...)
Frente a ello, hemos pretendido mostrar la obra de Foucault como él
pretendió que fuese entendida, como una herramienta para juzgar el presente, para
mostrar la relatividad de los conceptos de los que hoy somos víctimas, pero sin
quedarnos, por ello, paralizados. Son sus herramientas las que nos pueden ayudar a
comprender y completar actos de negatividad, tan importantes como el 15-M, que hoy
están aconteciendo. Sin pretender definirlos ni establecer inútiles generalizaciones, los
abordamos con las obras de autores como Foucault se negaron a ser iguales y lucharon
por poder ser diferentes. Entendiendo esta diferencia como un acto mediante el cual
estos sujetos pretenden trascender y darse ellos mismos las condiciones de posibilidad
de un futuro. Es este acto de dignidad frente al poder el que los lleva a poder ver un
mundo y futuro posibilitador y no opresor, es decir, el que les devuelve la capacidad de
imaginarse más allá de las limitaciones sociales que padecen.
Sin esta capacidad de imaginarse, de vivir experiencias
fundamentales, de ser otro, de soñar, el sujeto muere. Hoy la sociedad está cambiando
principalmente porque se ha dado cuenta de que necesita trascenderse. La filosofía debe
acompañar al sujeto en la comprensión de esta ansia fundamental por poder transformar
lo que hoy nos oprime, es ella la que debe ayudarle para que no cese, para que no se
sienta excluido o marginado y su lucha no sea olvidada ni silenciada.
http://e-spacio.uned.es/fez/eserv/bibliuned:masterFilosofiaHistoria-Pforner/Documento.pdf
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